Incluir las necesidades de las mujeres en la planificación y diseño urbano ha sido una de las asignaturas pendientes de muchas administraciones públicas.
Acciones tales como mejorar la iluminación de las calles, hacer más visibles las zonas más inseguras o aumentar la frecuencia de paso del transporte público en las zonas más aisladas, se basan en el “urbanismo de género”, que promueve la incorporación de la visión de género, en especial, de la mujer, en la planeación urbana y la gestión del espacio público, generando políticas urbanísticas para conseguir una ciudad más justa, igualitaria, segura y sin barreras.
Tradicionalmente, el diseño urbanístico siempre ha mirado de lejos la incorporación de la igualdad de género en la planificación urbana y en la legislación. Según la propia UNESCO, debido a la rápida urbanización de las ciudades, mismas ciudades que construimos en base a las necesidades de un ciudadano abstracto, generalmente pensadas en función de hombres, jóvenes y sin problemas de movilidad, que no reparan en otras maneras distintas de “ser” en el espacio, es decir, ser mujer, ser anciana, ser niño.
Un fenómeno que ha causado obstáculos en el día a día de las mujeres ya que las ciudades se han construido priorizando lo productivo, vinculada al mercado laboral, mientras que lo vinculado con lo reproductivo y con las actividades comunitarias, políticas y personales, se ha dejado a un lado. En definitiva, es necesario mirar hacia el diseño de las ciudades para contribuir a mejorar las vidas de las personas.
Es por esto que un enfoque de género en la planificación y diseño urbano nos permite revelar no solo las diferencias donde residen los derechos humanos, sino que también otros modos de discriminación socioespacial implícitos en los procesos de construcción de ciudades que venimos usando por siglos. El “Urbanismo de género” no busca exaltar la diferencia entre hombres y mujeres ni sexualizar el estudio de la ciudad, sino que busca entender y mejorar la manera en que po
esto puede ser
s construir el espacio público y las ciudades, equilibrando así el acceso a las oportunidades que la sociedad promete para todos y todas.Por Daniel Franco